Los monotributistas y las recientes medidas fiscales: Una de cal y una de arena

A vos que renunciaste al monotributo te digo: ¿Dónde quedó la equidad tributaria?

¿Puede un monotributista entrar al blanqueo?

Por Tributaristas Twitteros

Ser monotributista en Argentina tiene varias ventajas importantes para vos como contribuyente. Este sistema es mucho más simple que el régimen general de impuestos, lo cual significa menos papeleo y trámites complicados. Además, por lo general, las obligaciones fiscales y las contribuciones son menores en comparación con otros sistemas, lo que facilita tu gestión financiera como pequeño emprendedor o profesional independiente.

Con un solo pago al mes, podés cubrir impuestos clave como el IVA y Ganancias, simplificando todo el tema contable y financiero. Y si la provincia donde trabajás está adherida al monotributo integrado, es como meter un gol de media cancha, ¡especialmente si el municipio también lo aplica para cobrarte la tasa de seguridad e higiene!

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Además, mediante el pago de una cuota mensual fija, tenés acceso a la obra social y podés realizar aportes jubilatorios, lo cual facilita tu acceso a servicios de salud y te permite planificar para el retiro (teoría pura, pero bueno, es lo que dicen los papeles, después como jubilado cobras la mínima y las obras sociales te cubren la nada misma pero por lejos es mucho mejor que nada).

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El Monotributo fue diseñado con un alto grado de escalabilidad. Los límites de facturación y de ingresos te permiten expandirte gradualmente antes de tener que pasar al régimen general de impuestos. Las últimas reformas han sido muy generosas en este aspecto permitiéndote seguir bajo este régimen con facturaciones anuales de hasta 68 millones de pesos.

Para saber en qué categoría te corresponde estar, podés consultar el cuadro disponible en la página de la AFIP o en páginas especializadas. Esto te ayudará a mantener tu situación fiscal actualizada y cumplir con tus obligaciones tributarias de manera eficiente.

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En resumen, el Monotributo simplifica tu vida fiscal y te ofrece beneficios sociales. También facilita tu crecimiento económico de manera ordenada y controlada; sin embargo, estar en el monotributo implica cumplir con ciertas reglas, como pagar el impuesto correspondiente, emitir facturas y hacer la recategorización periódica, entre otras obligaciones.

Cada seis meses, tenés que hacer la recategorización como monotributista, revisando tus ingresos (entre otros parámetros) de los últimos 12 meses para ver si tenés que cambiar de categoría. Si no hay cambios, no tenés que hacer ningún trámite extra. La próxima fecha límite para que recategorices es pronto: el 2 de agosto.

Si estás cerca de superar los límites del Monotributo y tu moral fiscal es elevada, posiblemente optes por renunciar y pasarte al régimen general de IVA y Ganancias. Caso contrario, si la AFIP detecta que no cumplís con los requisitos del régimen, mediante controles sistémicos, te dará de baja notificándote a través del Domicilio Fiscal Electrónico y en el portal de la AFIP.

También podés quedar excluido si un inspector de la AFIP, durante una de sus agradables visitas, determina que no cumplís con los requisitos. En ese caso, te notificarán de inmediato y tendrás 10 días para presentar un descargo. Un mal llamado “juez administrativo” (que no es más que un empleado público con un buen sueldo atado a la recaudación) evaluará tu descargo y decidirá si te excluyen o no del Monotributo. Y después, claro está, siempre queda la vía judicial

¿Cuándo puede darse la exclusión? Si superás alguno de los parámetros del mismo, el precio unitario de venta, si realizas importaciones o si tus gastos personales o depósitos superan los ingresos de la categoría en la que estás.

También algunas cuestiones formales te pueden dejar afuera del régimen como no estar correctamente categorizado, no emitir facturas o tener sanciones en el Registro de empleadores.

Otro tema importantísimo es que como quedás excluido desde las 0:00 hs del día que te pasás de alguno de los parámetros tenés que estar con la libreta del almacenero haciendo cuentas para ver si te pasas o no –algunos más tecnológicos usan bots que van calculando automáticamente tus ingresos y te alertan cuando estás por pasarte-.

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Esta última situación es la que genera lo que se llama “enanismo fiscal” o como nos gusta llamar a nosotros pasas de blanco a negro, es decir que cuando el contribuyente se está por pasar deja de facturar y pasa a la informalidad.

Hasta aquí todo suena bien, pero antes hablábamos de la moral tributaria. La ética fiscal se puede entender desde distintos ángulos, pero es crucial enfocarnos en la actitud que tenemos como ciudadanos hacia los impuestos. A nadie le gusta pagar impuestos, pero en general entendemos que es parte del costo de vivir en una sociedad organizada y tener acceso a nuestros derechos.

Sin embargo, nuestra percepción sobre la moral fiscal puede verse afectada por cómo se distribuyen los recursos del Estado y cómo se aplican las cargas fiscales. La sensación de injusticia en el sistema, a veces exacerbada por la gestión irregular de la administración tributaria, influye en cómo los contribuyentes perciben su responsabilidad fiscal.

Además, el Poder Judicial, como garante del sistema, también juega un papel crucial en la confianza que tenemos los ciudadanos en la equidad del sistema tributario. Veamos algún ejemplo claro:

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El gobierno recientemente realizó una ampliación significativa (diríamos casi exorbitante) en los parámetros económicos del monotributo, permitiendo que personas excluidas en 2024 puedan volver al régimen.

Esta medida, así diseñada, afecta principalmente a aquellos contribuyentes que cumplieron con sus obligaciones fiscales y respetaron los parámetros establecidos para permanecer en el régimen, autoexcluyéndose en caso de exceder los mismos.

Esta situación ha generado un debate sobre la equidad en el sistema. Muchos consideran que permitir el reingreso solo a los excluidos involuntariamente mientras se mantienen fuera aquellos que actuaron conforme a las normativas, crea una percepción de injusticia.

Esto plantea interrogantes sobre la consistencia y la equidad en las políticas fiscales implementadas, especialmente en un contexto donde la confianza y la transparencia son fundamentales para fortalecer el cumplimiento voluntario de las obligaciones tributarias.

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Sin embrago, la reglamentación de AFIP hizo un haz de luz respecto de los que se autoexcluyeron incluso postdatadamente en 2024. Así, si vos te autoexcluiste del monotributo hasta el 31 de julio de este año, podes permanecer en el régimen. Si te sacaron o te fuiste en el 2023, I am sorrrryyyy!  Tacha en el calendario los años que te faltan!!!!!!!!!!

Un punto importante que queremos destacar de las medidas fiscales y los monotributistas es la posibilidad de entrar al blanqueo Capaz que durante los últimos años no fuiste el mejor ejemplo de “cultura tributaria”; quizás usaste y abusaste de vender por redes sociales, cobrar el ATP, y/o incluso hacer el rulo con los 200 dólares a los que accedías y después vendías para tener 2 mangos más.

Quizás haciendo malabares pudiste ahorrar un puchito de dólares que tenés encanutados en el colchón de tu casa y en algún momento vas a querer usar para comparte un auto. O tal vez estas tramitando la prescripción adquisitiva (posesión) del terreno en el que construiste tu casa.

Si esta es tu situación, nuestra recomendación es que consultes con un profesional idóneo para evaluar si este blanqueo no es para vos.

Porque el límite impuesto al blanqueo para que sea gratis (100 mil dólares bajo ciertas condiciones) nos hace pensar que no esta craneado sólo para los “grandes fugadores” sino para ayudar fundamentalmente a los ciudadanos de a pie a ponerse al día y poder dormir tranquilos sabiendo que ya no necesitan operar al margen de la ley.

Fuente: contadoresenred